Blog de Miguel Sánchez "El Patriota Español"

28 May 2020

28-05-2020 ¡LA EXCELENCIA, VISTE SOTANA, CON UN CRISTO EN SU PECHO, CON UN MISAL EN SU MANO Y CON MUCHO ORGULLO!

Post by MIGUEL SANCHEZ EL PATRIOTA

“El cimiento de la esclavitud es el temor a la muerte”

Mi amigo, mi admirado Sacerdote D. Custodio Ballester Bielsa, siempre hablando claro, en la excelencia, representante de la verdadera FE en Cristo, valiente, locuaz, de mente clara, de corazón henchido, de alma blanca

¡POR FAVOR, MIS QUERIDOS AMIGOS, CAMARADAS Y HERMANOS, LEED, ÉSTE SOBERVIO, GENIAL Y EXCELSO ESCRITO, PORQUE  D. CUSTODIO HABLA CALRO, COMO EL AGUA DE MANANTIAL, COMO EL AZUL DE CIELO, COMO EL ROCIO DE LA MAÑANA!

ES UN LUJO, TENER A  NUESTRO LADO UN SACERDOTE, TAN CATÓLICO, TAN PATRIOTA Y TAN BRILLANTE

GRACIAS MI REVERENDO PADRE POR EL EXCECIONAL DOCUMENTO, POR SU PRESTIGIOSA PLUMA, POR SU CABEZA PRODIGIOSA Y MI AGRADECIMIENTO A SU LABOR PASTORAL  QUE LLEVA  LA FE EN SUS LABIOS Y EN SUS ENTRAÑAS,  COMO BUEN SAMARITANO A LOS CREYENTES, MIENTRAS ESA JERARQUÍA ACOMODADA TIBIA, COBARDE Y TRAIDORA, NO PIENSAN EN SUS CLÉRIGOS, NI EN SUS FELIGRESES, NI EN DIOS. SON UNOS PARIAS FESTINEROS, QUE PORTAN CON ALBEDRÍO, UNA SANTA CRUZ, QUE LES PESA DEMASIADO, UNA MITRA DEMASIADO GRANDE Y UN APOYO CON UN BÁCULO QUE SOSTIENE SUS SEBOSOS CUERPOS DEFORMADOS, TANTO COMO SU MENTE.

La libertad no consiste en hacer lo que nos gusta, sino en tener el derecho a hacer lo que debemos (Papa Juan Pablo II)

Esas muertes han sido providenciales para el poder, porque gracias a ellas, se ha avivado y actualizado en la población el temor a la muerte. Y gracias a ese temor, se puede gobernar con muchísima más audacia. La gente (que dice Iglesias) está dispuesta a aguantarlo casi todo… A aguantar, por supuesto, el recorte despiadado de las libertades. ¡Qué claro lo tenía Pablo de Tarso, y qué claro lo tiene Pablo Iglesias! Es el temor a la muerte, es el miedo instalado en el “distanciamiento social” y en las mascarillas; y para los católicos, la prohibición de asistir a misa, lo que les da una jamás conseguida holgura de gobernanza. Tanta, como que los derechos humanos no constituyen para ello el menor obstáculo. Como que están “en suspenso”

Esta peste se está llevando por delante nuestra libertad. Asistimos atónitos al expolio de libertades que nos ha costado muchos siglos conquistar. Libertades a falta de libertad, como bien precisa Rousseau en su Contrato Social: desde el momento en que aceptamos pagar impuestos (¡y qué impuestos!), hemos dejado de ser libres. Menos esclavizadoras eran las jornadas de trabajo que tenían que pagar los siervos de la gleba a su señor natural, que los impuestos que pagamos nosotros. Eso lo dice Rousseau. Y ahí tenemos una gran parte de nosotros mismos, con la inestimable colaboración de tantos responsables eclesiales, suspirando por llevar el sistema impositivo a todo lo que dé de sí. Porque de ese modo, el Estado de la beneficencia tendrá cada vez más recursos para mantener a los pobres en condiciones cada vez mejores. Y obviamente, gracias a ese saqueo aumentará su virtud, porque cada vez tendrá más pobres que mantener.

No perdamos de vista el desencadenante del miedo que nos ha hecho tan dóciles: al fin y al cabo, tan esclavos. ¡La muerte, la muerte! Hemos visto su guadaña segando la vida de nuestros padres, de nuestros abuelos, de nuestros vecinos, con una especial voracidad por los más viejos. Cerca de la mitad de los muertos por coronavirus (con coronavirus, han intentado precisar en algunos momentos), han sido ancianos: la mayoría, residentes en residencias, para las que se dictaron (¡y están escritas!) medidas propias de un régimen nacional-socialista o social-nacionalista. Órdenes escritas aterradoras que condenaban al exterminio a esa población confinada: y bajo rigurosísimas órdenes de confinamiento, de la que formaba parte esencial la prohibición taxativa de trasladarlos a los centros sanitarios para recibir la asistencia médica que necesitaban ellos más que nadie. A más de uno, la tremenda hecatombe de las residencias, tan sádicamente secuenciada, le ha traído a la memoria los campos de exterminio.

La mascarilla es todo un símbolo del totalitarismo al que estamos sometidos, como las estrellas amarillas para los judíos. Y el que la hayamos adoptado con tan servil entusiasmo, es un símbolo de cuán dispuestos estamos a someternos al poder, por más descaradamente arbitrario e irracional que sea. Y como en el exterminio de los ancianos de las residencias (convertidas sólo por voluntad política en auténticos campos de exterminio), uno tiene todo el derecho de sospechar que la falta de recursos no es suficiente para explicar esos desmanes: que sin un plan perverso eso hubiese sido imposible.

Esperando, como buenos españoles, que venga alguien y haga algo… Y siempre, siempre acaba llegando el poder con la pica y las banderillas para frenar al toro si llegara a cabrearse; y luego, el capote para marear al morlaco; y si no se deja castrar, al final matarlo. Y como siempre hay más público que entendidos, habrá quien, pase lo que pase, aplauda… ¡a rabiar!

¡GRACIAS, MI QUERIDO AMIGO, MI RESPETADO SACERDOTE, POR ESTA LECCIÓN DE CLARIDAD Y CONTUNDENCIA, PARA DESPERTAR A UN PUEBLO CUASI MUERTO, SOÑOLIENTO, DESORIENTADO, TIBIO, INCAUTO, ESCLAVO Y CON UNA MASA LANAR DE AÑOS, QUE NO HAY ESQUILADOR, QUE PUEDA CON ELLA, DE LO ENREDADA Y SUCIA, QUE ESTÁ!

Por favor, leed el escrito completo, no os defraudará. Gracias.

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